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sábado, 10 de agosto de 2013

Las correcciones

A mediados de 2012, terminé de pasar a limpio el manuscrito y escribí el primer FIN de la novela. Estaba convencido de que era el final del proceso. La historia estaba cerrada, los capítulos bien ordenados. ¿Qué podía faltar? Pues corregir. Horas y horas de revisiones, hasta el punto de que he pasado más tiempo revisando que escribiendo (aunque en realidad, las dos cosas son lo mismo: no puedes revisar una página en blanco). Para que os hagáis una idea: tardé apenas cuatro meses en redactar el manuscrito y año y medio en darle su forma, ahora sí, definitiva.

"Cielo y Agua" de M.C. Escher.

"Este capítulo no funciona", dijo el primer lector. Y me sentó como una bofetada. Era el capítulo al que más cariño le tenía. Contrariado, dejé que la novela reposara algunos días. Al retomarla, comprobé que el chico tenía razón. Ese capítulo no funcionaba: era el prólogo, un avance de cosas que sucedían más adelante en la historia. Lo quité provisionalmente, ya vería luego dónde colocaría todas esas escenas. Pero ocurrió algo muy curioso. Al quitar ese prólogo, de repente, la novela creció. Entendí por fin de qué iba la historia. Tan hechizado estaba con ese prólogo, tan ofuscado, que no me daba cuenta de la aventura del protagonista.

Encontrar esta esencia exigió meses de cambios: cambio de estructura (el segundo capítulo pasó a ser el primero, la carta de bienvenida, y eso le dio una importancia que no había visto hasta entonces), cambio de estilo, cambio de importancia de las tramas. La novela de amor platónico se convirtió en esa historia de superación que yo imaginaba. La reconstrucción, pieza a pieza, de Leo. Ayudaba leer en voz alta y cambiar de soporte: imprimir lo escrito para alejarse de tanta pantalla, leerlo con ojos renovados.

Superado el tabú de quitar un capítulo entero, me atreví a quitar otros párrafos, escenas, frases que entorpecían la lectura. El manuscrito pasó de 200 páginas a 170. Era una extraña sensación, ésta de ver que una frase mejoraba cuanto más desnuda estaba. Hasta ahora, siempre había pensado que se embellece con los adornos, vestidos, disfraces, maquillajes y oropeles. Pero no. Por fin entendí eso que había leído en una web de consejos para escritores. Hay que ser libertino en la escritura y sacar al crítico despiadado en la corrección. Corregir es como limpiar el escritorio: por mucha pena que te den esas postales que cogiste en un bar, en el fondo sabes que no vas a hacer nada con ellas, solo estorban. Agradecerás prescindir de ellas.

Disfruto con la frescura de autores como Jordi Sierra i Fabra, que estructuran bien la novela y luego la escriben del tirón en dos semanas, solo hacen una corrección de fallos ortográficos. Y admiro a autores como Gustave Flaubert, que se pasaban años perfeccionando sus manuscritos, fijándose en cada frase y en cada escena con la minuciosidad de un relojero. Yo no tengo tanta paciencia (ni tanto talento, claro).

"Tienes que parar", te dicen entonces un amigo o tu cerebro. Ese día relees lo escrito y no solo no cambiarías ni una coma, también jurarías que no lo has escrito tú sino otra persona. Un libro cogido al azar de la estantería. Tras mil revisiones, lo has logrado. El material valioso ya estaba ahí, faltaba sacarlo a la luz. Como el escultor que pica el mármol para encontrar la estatua del David.

5 comentarios:

Ottavia dijo...

Es curioso que cites a Jordi Sierra i Fabra. Es probablemente el único autor en lengua castellana que ha escrito ciencia ficción para adolescentes al que respeto profundamente (Su trilogía "El ciclo de las Tierras" debería ser de obligada lectura para los aficionados al género en España). Una joya y un crack escribiendo. Certero, sin abalorios excesos en la narración. Claro, directo y sabio en cómo engañar al lector para que una sola palabra se convierta en la clave de toda la historia (no te digo cuál es, porque si te da por leerla puedes reventarte el argumento). Una sola palabra que 17 años después de haberla leído aún la retengo en mi memoria con un cariño excepcional. De hecho estoy sonriendo ahora. Creo que en eso se basa en una buena historia. En lograr que un lector, 17 años después sonría recordando algo, aunque sea una sola palabra, de su historia.

Sí, hay gente para todo. Por mi parte entro en el grupo de "odio revisar", pero a muerte. Porque me conozco. Puedo tirarme otros diez años revisando. Y hasta cambiando la novela entera original. En mi caso hay dos etapas claras. La del caos y la del orden.
La primera (caos) es lo que dices tú. Escribes compulsivamente y piensas que es la obra de tu vida. Sin orden ni concierto. Sin planificación. Me temo que gran parte de mis historias están escritas así, lo cual puede ser un dolor de cabeza ponerte a revisarlas.

Ahora, curiosamente estoy en la etapa en la que antes de sentarme a escribir, imagino la estructura en mi cabeza (intento ponerlo en papel, pero solo los personajes y trazos de la historia, para qu eno se me olviden). E intento que sea lo que he pensado. Pero al mismo tiempo, antes de ponerme a escribir, imagino la historia como aquellos libros que leíamos de pequeños que al terminar un capítulo decía: Si quieres que fulanito cruce el túnel ve a la página tal. Sino, sique en el siguiente capítulo.

Disfruto mucho pensando en las alternativas en ese sentido y de repente descubro que la idea original que me parecía fantástica, no lo es tanto porque al obligar a mi personaje (mentalmente) a tomar otro itinerario de repente descubro que su reacción y su comportamiento es distinto. Esto puede enriquecer tu trama en el futuro o simplemente convencerte que la actual es la buena.

Pero sí. Revisar es el infierno. Al menos para mí.

Alex Pler dijo...

Jordi Sierra i Fabra fue de mis mitos de juventud. Me gustaba que en una frase resumiera acertara. Me ayudó a aprender el ritmo, cómo las historias crecían y crecían hasta una última escena que le daba sentido a todo. De la trilogía que comentas leí solo el primero prefería sin duda sus novelas realistas. Demasiadas para citarlas. "La estrella de la mañana", "Malas tierras", etc.

Para revisar, a mí me ha servido ponerme fechas límites. Luego te las saltas, claro, pero al menos vas acotando.

Curioso método lo de plantearte la escritura y las escenas posibles como libros de "Elige tu propia aventura". Yo creo que los libros siempre tienen un final único, la gracia está en saber cómo llegar ahí. Hay muchas posibilidades, pero solo una es la correcta, solo una funciona, y es la que hay que descubrir. A base de escribir y corregir. De esto también escribiré pronto.

En fin, al final todos tenemos nuestros métodos. Lo importante es encontrar uno que te sirva (y que te permita acabar obras en un tiempo razonable). ¡

Alex Pler dijo...

Por cierto, gracias por tus extensos comentarios. ¡Me voy dando cuenta de hilos pendientes y además me llevo de regalo otra perspectiva, la tuya! :)

Ottavia dijo...

¡De nada, hombre! Creo que ya me conoces lo suficiente para saber que, casi diez años después, sigo sin saber resumir XD.

Además, leerte me alienta y claro, me suelto y cuando me doy cuenta es un "¡Jesús, cuanto he escrito! Bah, es Roland Pler, me perdonará XD". Me alegra saber que lo que "vomito" es útil para ti de alguna forma ^^.

Sí, la verdad es que el método que te comento ahí y que te parece curioso es el que aplico actualmente. Nunca se me ocurrió en los diez años anteriores. Pero también es cierto que aprendí el día que me dió por decirme si era capaz de escribir un guión cinematográfico y me metí a adaptar a guión en dos lenguas distintas el libro de La Larga Marcha de Sthepen King. Tardé un año y medio, pero sí, lo hice: escaleta, guión y "versión del director" Por ahí están las dos versiones del guión (en inglés y en español) en el ordenador. Mi padre decía que por qué perdía el tiempo de esa manera. Sinceramente, nunca lo vi como tal, porque aprendí a estructurar bien las historias y nuevos métodos para evitar tener que revisar después (revisar según estás escribiendo, es decir, el colmo XD).

Puede sonar raro lo que digo pero creo que todo autor debería intentar hacer un guión cinematográfico de una obra ajena una vez en la vida. ¡Se aprende muchísimo!

Creo que cada autor tiene una forma de afrontar sus escritos de una forma radicalmente diferente. Para unos los métodos de A pueden parecerles un horror, pero a A le funcionan. Sin embargo, cuando B lo intenta no le va. Esto de escribir siempre lo he considerado una ciencia. Ya sabes, ensayo y error, hasta que das con la fórmula ^^.

Respecto a Jordi... Por supuesto que he leído algunas de las obras que citas :D, pero ya sabes que la que subscribe es muy scifi y la obra que me marcó de él fue esa. Y la palabra que empieza por E y termina por O. Junto a Asimov, Sagan, Tolkien y Philip K. Dick, Sierra tiene mi lugar de referente como buen escritor de Ciencia Ficción, y en español además. Es el único :3

Y por último, un consejo:

Aún no es tarde para que regreses a un Lugar llamado Tierra :D

Alex Pler dijo...

Curiosa técnica esta de adaptar la historia de otro a un guión. Pero en parte te entiendo, porque a mí la asignatura de guión me sirvió de mucho para escribir luego novelas. Una forma de estructurar y narrar.

Ahora que lo dices, no hay adaptación de "La larga marcha", debe de ser de los pocos libros de King que no la tiene. ¿Se pondrán las pilas ahora, a rebufo de "Los juegos del hambre"?

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