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jueves, 6 de febrero de 2014

La hoguera de las vanidades

"No hablamos de libros autoeditados". Ha sido la respuesta más repetida al empezar a mover el libro La noche nos alumbrará. No lo decían medios importantes; lo decían blogs más o menos pequeños, blogs como el mío, ya que por ellos me parecía oportuno iniciar la promoción. Les presentaba mi libro y les ofrecía la posibilidad de pasárselo en pdf para que le echen un vistazo y si les apetece, reseñarlo. Algunos sí se han ofrecido a leerlo, pero la mayoría respondían con algo que venía a decir: "No hablamos de libros autoeditados".


Para mí, era como decirme que no hablan de libros con las tapas rosas. O que no hablan de autores que se llamen Alex o David o Nicolás. Es decir: que un libro sea autoeditado no debería ser suficiente motivo para descartarlo así de entrada. Hay razones que sí puedo comprender: algunos me decían que no les interesaba el tema o que solo leen ficción (vale), otros que ya tenían muchos libros en la mesita de noche (a mí también me pasa). Pero a los demás, me quedo con las ganas de preguntarles: ¿hoy en día, qué te garantiza un logo más en la portada?

Será que estoy acostumbrado a que en cine y música, surjan proyectos interesantes por parte de gente con pocos recursos pero mucha imaginación y talento. Y en estos campos se valoran estos proyectos autofinanciados: gran parte de la gracia de La Bruja de Blair está en los poco medios con que se hizo. ¿Cuántas películas que empezaron en un garaje han derivado en franquicias taquilleras? La cantante Florrie gestionaba ella misma su web, cuidaba a los fans, autopublicaba canciones en iTunes y además las ponía a disposición del público... desde que fichó por una multinacional hace casi 2 años, apenas ha lanzado una canción y ha cortado el contacto con los seguidores (será que todavía no le han asignado un community manager). Se alaban los grupos que comparten maquetas autoproducidas. Se genera ilusión por los comienzos de gente que quizá en el futuro destaque. Pero parece que en literatura seguimos estupendos, si no hay logo de editorial en portada, desconfiamos.

Como si olvidáramos que, con la crisis, el dinero y los beneficios inmediatos se han impuesto a todo lo demás. Y eso también ha ocurrido en un terreno sagrado como el literario. Las editoriales se han cerrado en banda a todo lo que no sea un valor seguro (superventas en el extranjero, escritor ya famoso o tema de moda). Incluso las editoriales pequeñas, que son las que tradicionalmente apostaban por autores desconocidos y obras minoritarias, ahora te piden que les vuelvas a mandar tu manuscrito dentro de uno o dos años porque están colapsadas: publican poco y leen menos, no hay personal. Ante este panorama, a menos que tengas un golpe de suerte, autopublicarte parece la única salida lógica si no quieres que tu obra se quede en el cajón.

A los libros autopublicados se les suele achacar que tienen faltas de ortografía o que les falta detrás el trabajo de un editor o que ni siquiera tienen portadas profesionales. Y sí, es cierto: ocurre, es casi inevitable por más cuidado que tengas. No es tu profesión y lo haces lo mejor que puedes con las herramientas de que dispones. Pero todo eso te lo puedes encontrar también en un libro que una editorial te vende a 20 euros. Creo que podría contar con los dedos de una mano los libros que he leído a lo largo de mi vida y no tenían algún fallo. Incluso a las editoriales más famosas (y con más trabajadores en nómina) se les escapan desajustes de maquetación, errores garrafales en la portada que les obligan a retirar toda una tirada...

Sin ir más lejos, mi última lectura estaba llena de erratas y algo más grave: dos traducciones en castellano y catalán hechas por la misma persona pero que difieren por completo en matices, en el orden de las frases, en contenido. (En una versión, la protagonista tiene "una reunión", en la otra queda "con alguien para resolver un asunto de trabajo"; en una, no ve porque está "muy oscuro", en otra porque "las farolas no daban suficiente luz".) Este desaguisado lo publica una editorial muy prestigiosa de la que cualquier librero os hablará maravillas. A día de hoy, aún no me han respondido a mi email sobre qué versión es más fiel al original.

Cuánto nos falta por avanzar en literatura... Avanzar o recordar. Porque incluso Proust y Poe recurrieron a la autopublicación en sus primeras obras. A ellos también les hubieran dicho ese "No hablamos de libros autopublicados". Mi madre me dice que a pesar de todo, tengo que estar contento. Que ya he vendido más libros que cuadros vendió Van Gogh en vida. Y es verdad. He tenido mucha suerte. No soy Proust, no soy Poe y desde luego no soy Van Gogh, pero he vendido una cifra respetable de ejemplares y por ello estoy contento y agradecido.

Y a pesar de que las puertas no se abran, ni siquiera las más modestas y al alcance, a pesar de no tener el logo de una editorial junto a mi nombre, yo sigo creyendo en mi obra. Creo en este libro y en el manuscrito de El mar llegaba hasta aquí. Ahora sé que autopublicar la novela, si es que lo hago, no será tirar la toalla sino reivindicarla. Autopublicas porque le tienes cariño a tu libro y quieres compartirlo, que la gente lo lea. Y en eso no habrá ninguna editorial que pueda ganarte si decides tomar el camino solitario: en cariño y respeto a tus lectores, a ti mismo, a tu obra. Echarás de menos la promoción y el apoyo de una editorial, los brazos receptivos de las librerías y blogs, pero sabrás que cada ejemplar leído será gracias a tu esfuerzo.

4 comentarios:

Sergio dijo...

Creo que lo mejor que se puede hacer en estos tiempos es autoproducirse a uno mismo. Todo lo controlas tú, y sí, es mucho trabajo, muchísimo, pero al final saldrá una buena obra y habrá merecido la pena. Por último, y no menos importante, estará a tu gusto, sin recortes ni censura.

Un abrazo Alex y te sigo la pista también por aquí. ;)

Alex Pler dijo...

Puede que tengas razón Sergio. Es un trabajo importante y vas aprendiendo sobre la marcha, pero esa es parte también de la gracia. Veremos qué ocurre con la novela, pero de momento estoy muy contento con los resultados de "La noche nos alumbrará", tanto por el libro en sí como por la acogida. Otro abrazo :D

Fernando Bside dijo...

¡Bravo! Pues sí. Primero he de decir que un éxito es seguir haciendo lo que uno quiere, y lograr conseguirlo. En tu caso la autopublicación te ha permitido sacar algo que te apetecía hacer, tú te lo has comido, tú te lo has guisado.

Me parece muy gracioso lo del mundo de los blogs. A mí me han llegado cosas de música que no me han interesado, porque no eran mi rollo, pero nunca he dejado de hablar de alguien porque fuera una maqueta o no estuviera en una discográfica. Lo importante es lo que trasmitan, y si son buenos en lo que hacen.

Como bien dicen en 'Miss Tacuarembó': "Algún día los que se ríen de nosotros nos aplaudirán, algún día el mundo será nuestro". La vida da muchas vueltas, y es probable que alguno de esos blogs acabe hablando de algún libro tuyo...

;)

Alex Pler dijo...

Fer, ya digo que en el mundo de la música, todo el tema de maquetas y gente que se autoproduce está muy bien visto. Como cuando un grupo ya consagrado rompe con su discográfica de siempre y se autoedita. En literatura, a un autor que hiciera eso le llamarían suicida. Es curioso cómo cambian los matices según el mundillo.

Lo importante es seguir creyedo en un mismo y no creer que vale más o menos por la forma de publicarse. No es fácil, muchos años de "programación mental", pero ahí estamos.

Veremos si nos comemos el mundo. Abrazote!

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